02 - Illuminatus Parte I: El Ojo en La Pirámide - Libro I: VERWIRRUNG - Segundo Viaje, o Chokmah




Segundo Viaje, o Chokmah



Horus el Saltarín Monta Nuevamente







Prepárense para un poco de metafísica. El Principio Anerístico es el ORDEN, el Principio Erístico es el DESORDEN. En la superficie el universo parece ordenado (para el ignorante); ésta es la ILUSIÓN ANERÍSTICA. En realidad, el orden “existente” está impuesto sobre el caos primordial de la misma manera en que el nombre de una persona está atado a su propio yo. El trabajo de los científicos, por ejemplo, es implementar este principio de manera práctica, y algunos son realmente brillantes haciéndolo. Pero en un examen cercano, el orden se disuelve en desorden, ésta es la ILUSIÓN ERÍSTICA.



- Malaclypse, el Más Joven, G. C. S., Principia Discordia









Y la Nave Espacial Tierra, ese circo glorioso y sangriento, continuó su larga órbita en espiral de cuatro mil millones de años alrededor del Sol; debo admitir que la ingeniería era tan exquisita que ninguno de los pasajeros sintió movimiento alguno. La mayoría de aquellos que estaban en el lado oscuro de la nave dormían y viajaban a mundos de libertad y fantasía. Los que estaban en el lado iluminado se movían alrededor de las tareas asignadas a ellos por sus gobernantes, o estaban inactivos en espera de la próxima orden desde arriba. En Las Vegas, el Dr. Charles Mocenigo despertó de otra pesadilla y fue al baño a lavarse las manos. Pensó en la cita que tendría a la noche con Sherri Brandi y afortunadamente no sospechó que ese sería su último contacto con una mujer. Todavía buscando calmarse, fue a la ventana y miró las estrellas - siendo un especialista sin interés mas allá de su propio campo, imaginó estar viéndolas desde un punto fijo, en vez de un punto en movimiento. En Nueva Delhi, a bordo del vuelo nocturno de TWA  Hong Kong-Honolulu-Los Ángeles, R. Buckminster Fuller, una de las pocas personas que estaba al tanto de estar viviendo en una nave espacial, miró sus tres relojes que mostraban la hora local (5:30 PM), la de su destino, Honolulu (2:30 AM de la madrugada siguiente), y la hora en su hogar en Carbondale, Illinois (3:30 AM de la madrugada previa). Al mediodía, en París, los peatones fueron asaltados por hordas de jóvenes distribuyendo panfletos que describían vistosamente el Festival de Rock y la Celebración del Amor Cósmico más grande del mundo, a celebrarse a orillas del lago Totenkopf, cerca de Ingolstadt a fin de mes. En Sunderland, Inglaterra, un joven psiquiatra dejó su almuerzo y voló hasta la guardia para escuchar el extraño parloteo de un paciente que había estado en silencio durante más de una década: “Llegará en Walpurgisnacht. Ahí es cuando Su poder es más fuerte. Ahí es cuando Lo verán. Exactamente a medianoche”. En medio del Atlántico, Howard el delfín, nadando junto a sus amigos bajo el sol de la media mañana, se encontró con algunos tiburones y tuvo una pelea feroz. En la ciudad de New York, mientras el alba trepaba por la ventana, Saúl Goodman refregó sus ojos cansados y leyó un informe sobre Carlomagno y la Corte de los Iluminados; Rebecca Goodman, mientras tanto, leyó cómo los celosos sacerdotes de Bel-Marduk traicionaron a Babilonia a la entrada del ejército invasor de Ciro, porque su joven rey, Belshazzar, había adoptado el culto de amor de la diosa Ishtar. Simon Moon estaba escuchando a los pájaros que comenzaban a cantar, esperando los primeros rayos color canela del alba, mientras Mary Lou Servix dormía a su lado; su mente estaba activa, pensando sobre pirámides, yoga sexual, dioses de la lluvia y geometrías de la quinta dimensión, pero sobre todo, en el Festival de Rock de Ingolstadt preguntándose si todo ocurriría como predijo Hagbard Celine.



(Dos cuadras al norte en el espacio, y cuarenta años atrás en el tiempo, la madre de Simon oyó disparos mientras dejaba el Wobbly Hall - Simon era un anarquista de segunda generación - y siguió a la multitud que iba reuniéndose frente al Biograph Theatre donde un hombre yacía herido de muerte en la acera. Y el día siguiente, 23 de Julio de 1934, en una celda de la cárcel del Condado de Cook, Billie Freschette recibió la noticia de la cuidadora. En este país del Hombre Blanco, soy lo más bajo de lo bajo, subyugada por no ser blanca y subyugada nuevamente por no ser hombre. Soy la personificación de todo lo rechazado y despreciado - la mujer, la raza, la tribu, la tierra - y de todo lo que no tiene un lugar en este mundo tecnológico del Hombre Blanco. Soy el árbol que ha sido derribado para construir una fábrica que envenena el aire. Soy el río lleno de aguas servidas. Soy el Cuerpo que el Alma desdeña. Soy lo más bajo de lo bajo, el barro debajo de sus pies. Y a pesar de todo eso, John Dillinger me escogió para ser su esposa. Él se sumergió adentro mío, a verdadera profundidad. Yo era su esposa, no en el sentido en que sus Hombres Sabios, Iglesias y Gobiernos conocen el matrimonio, si no que estábamos verdaderamente casados. Como el árbol está casado con la tierra, la montaña con el cielo, el sol con la luna. Yo sostenía su cabeza contra mi pecho, acariciaba su cabello como si fuera hierba fresca y lo llamaba “Johnnie”. Él era más que un hombre. Él estaba loco y no lo estaba, no como puede volverse loco un hombre cuando se va de su tribu y vive entre extraños hostiles y sufre maltrato y desprecio. Él no estaba loco como otros hombres blancos lo están, porque nunca tuvieron una tribu. Él estaba loco como dios debe estarlo. Y ahora me dicen que está muerto. “¿Y bien?” preguntó la guardiana finalmente “¿No vas a decir nada? Ustedes los indios ¿No son humanos?”. Tenía un brillo realmente malvado en la mirada, como los ojos de una víbora de cascabel. Quiere veme llorar. Se queda allí esperando, observándome entre los barrotes. “¿Es que no tienes ningún sentimiento en absoluto? ¿Eres una especie de animal?”. No digo nada. Mantengo inmóvil mi rostro. Ningún blanco verá jamás las lágrimas de una Menominee. En el Biograph Theatre, Molly Moon se retiró disgustada mientras los cazadores de ‘recuerdos’ empapaban sus pañuelos en la sangre. Le doy la espalda a la guardiana y miro las estrellas a través de los barrotes de la ventana, y el espacio que las separa se ve más grande que nunca. Más grande y vacío. En mi interior hay un espacio como ése, grande y vacío, que nunca volverá a llenarse. Cuando un árbol es arrancado de raíz, la tierra debe sentir lo mismo. La tierra debe gritar en silencio, como yo grité en silencio.) Pero ella comprendió el significado sacramental de los pañuelos empapados de sangre; y Simon también.



Simon, de hecho, tuvo lo que solamente puede ser llamado una educación peculiar. Hombre, cuando tus padres son anarquistas, el sistema de escuelas públicas de Chicago no va a hacerle bien a tu cabeza en absoluto. Imagínenme en un aula de 1965, con la cara de Moby Dick de Eisenhower en una pared, la mirada de capitán Ahab de Nixon en la otra, y en medio, parada frente al inevitable Trapo Americano, la Srta. Doris Day o su hermana mayor, diciéndole a la clase que llevaran a casa un panfleto en el cual se explicaba a los padres por qué era importante que fueran a votar.



“Mis padres no votan” dije.



“Bien, este panfleto les explicará por qué deben hacerlo” me responde con una verdadera y auténtica sonrisa de sol y maizal de Kansas de Doris Day. Es comienzo de trimestre, y no ha escuchado de mí por parte de la profesora del semestre anterior.



“Realmente no lo creo” digo educadamente “Ellos no piensan que haya alguna diferencia que Eisenhower o Stevenson estén en la Casa Blanca. Ellos dicen que las órdenes seguirán viniendo de Wall Street”.



Es como una tormenta de truenos. Toda la luz del sol se va. Nunca la prepararon para esto en la escuela de donde salen éstas réplicas de Doris Day. La sabiduría de los Padres está siendo cuestionada. Ella abre su boca y la cierra, la abre y la cierra, y finalmente toma una gran bocanada de aire que provoca una erección en todos los chicos del salón (estábamos en la cúspide de la pubertad) al observar cómo sus pechos subían y bajaban nuevamente. O sea, todos estaban rezando (excepto yo, que soy ateo, por supuesto) para que no los hicieran ponerse de pié; si eso no funcionaba, empujarían sus pitos hacia abajo con sus libros de geografía. “Esto es lo maravilloso de éste país” dice ella finalmente, “incluso la gente con opiniones como esa pueden decir lo que quieran sin ir a la cárcel”.



“Usted debe estar loca” digo. “Mi papá ha entrado y salido tantas veces de la cárcel que van a poner una puerta giratoria especial sólo para él; y mi mamá también. Usted debería salir con panfletos subversivos en este pueblo, y ver qué es lo que pasa”.



Luego, después de clases por supuesto, una pandilla de patriotas con ventaja de siete a uno me caga a palos y me hace besar su tótem rojo, blanco y azul. No es mejor en casa. Mamá es anarco-pacifista, Tolstoi y todo eso, y quiere hacerme jurar que no pelearé. Papá es del Wobbly, y quiere asegurarse de que yo lastime al menos a alguno de ellos tanto como me lastimaron a mí. Luego de gritarme durante media hora, se gritan entre ellos durante otras dos. Que Bakunin dijo esto, Kropotkin dijo aquello, que Gandhi dijo lo otro, que Martin Luther King es el redentor de América, que Martin Luther King es un tarado que vende a su gente una utopía opiácea y toda esa cháchara. Vayan al Wobbly Hall o a la Librería Solidaria y seguirán escuchando el mismo debate, doblado, redoblado, y a paladas.



Así que naturalmente comienzo a rondar por Wall Street y a fumar porros, y rápidamente me convierto en el miembro vivo más joven de lo que llamaban Generación Beat. Lo cual no mejora mi relación con las autoridades escolares, pero es un alivio ante todo ese patriotismo y anarquismo. Para cuando tengo diecisiete le disparan a Kennedy y el país parece rajarse por sus costuras, y ya no somos beatniks, somos hippies, y lo que hay que hacer es ir a Mississippi. ¿Fueron alguna vez a Mississippi? Ya saben lo que dijo el Dr. Johnson sobre Escocia “Lo mejor que pueden decir sobre ella es que Dios la creó con algún propósito, pero lo mismo puede decirse del Infierno”. Borren Mississippi; de cualquier manera no es parte de esta historia. La próxima parada fue Antioch, en el viejo y querido Yellow Springs, donde me especialicé en matemáticas, por razones que adivinarán pronto. Allí el cáñamo crece salvaje en acres y acres de la hermosa reserva natural al lado de la universidad. Puedes ir de noche, juntar hembras de la especie del cáñamo como para una semana y dormir bajo las estrellas junto a una hembra de tu propia especie, luego despertar a la mañana con pájaros, conejos y todo el escenario perdido de la América de Thomas Wolfe, una piedra, una hoja, una puerta secreta y todo eso, para luego ir a clases sintiéndote realmente bien y listo para la educación. Una vez desperté con una araña caminando por mi cara y pensé “así que estás caminando por mi cara” y me la quité gentilmente “éste también es tu mundo”. En la ciudad la habría matado. Lo que quiero decir es que Antioch tiene tanto movimiento como una roca, pero esa vida no es un preparativo para volver a Chicago y a la Guerra Química. No es que yo fuera impermeable a eso antes del ’68, pero realmente pude ver los signos; no dejen que nadie les diga que eso es polución, hermanos y hermanas. Es Guerra Química. Nos matarán a todos para hacer dinero.



Una noche fumé y fui a casa, para ver como sería la relación con mamá y papá en ese estado. Fue lo mismo, pero diferente. Tolstoi saliendo de la boca de ella, Bakunin de la de él. Y, repentinamente, todo era raro y súper-freaky, como Goddard filmando una escena de Kafka: Dos rusos muertos debatiendo entre ellos, mucho después de fallecer y haber sido enterrados, hablando a través de las bocas de dos irlandeses radicales de Chicago. Los radicales jóvenes del tipo lobular-frontal de la ciudad estaban en su primer revival del surrealismo, yo había leído algo de su material e hizo click.



“Ambos están equivocados” dije. “La Libertad no vendrá a través del Amor, ni a través de la Fuerza. Vendrá a través de la Imaginación”. Le puse todas las mayúsculas y estaba tan fumado que ellos se conectaron y también las escucharon. Quedaron con la boca abierta, y me sentí como William Blake diciéndole a Tom Paine cómo eran las cosas. Como un Caballero Mágico revoleando mi cayado y dispersando la sombra de Maya.



Papá fue el primero en recuperarse. “Imaginación” dijo, con su cara arrugándose en esa sonrisa que siempre volvía locos a los policías cuando lo arrestaban. “Eso es lo que obtenemos al enviar a un buen chico de clase trabajadora a una universidad de gente rica. En sus mentes las palabras y los libros se mezclan con la realidad. Cuando estuviste en esa cárcel en Mississippi imaginaste atravesar las paredes ¿No es así? ¿Cuántas veces en una hora imaginaste que atravesabas esas paredes? Puedo adivinarlo. La primera vez que me arrestaron, durante la huelga del GE en el treinta y tres, caminé a través de esas paredes un millón de veces. Pero cada vez que abría mis ojos, las paredes y los barrotes todavía estaban allí. ¿Qué fue lo que me sacó finalmente? ¿Qué fue lo que te sacó de Biloxi finalmente? Organización. Si quieres grandes palabras para hablar con los intelectuales, ésa es una gran palabra, hijo, con tantas sílabas como imaginación, pero con mucho más realismo”.



Esto es lo que mejor recuerdo de él, ése discurso y el extraño azul claro de sus ojos. Murió ese año, y descubrí que había más sobre la Imaginación de lo que yo sabía, por lo tanto, él no murió. Todavía anda por aquí, en algún lugar en el fondo de mi cráneo discutiendo conmigo, y esa es la verdad. También es verdad que está muerto, realmente muerto, y que una parte de mí se fue con él. No era cool amar a tu padre en aquellos días, así que no supe que lo amaba hasta que cerraron el cajón y me escuché sollozar, y ese vacío vuelve otra vez, cada vez que escucho “Joe Hill”:



“Los jefes del cobre te acallaron, Joe”

“Yo nunca morí” dijo él.



Ambas líneas son ciertas, y el duelo nunca termina. No asesinaron a papá de una manera limpia como a Joe Hill, pero fueron enterrándolo año tras año, consumiendo sus fuegos (y él era de Aries, un verdadero signo de fuego) con su policía, sus Juzgados, sus cárceles, sus impuestos, sus corporaciones, sus jaulas para el espíritu y sus cementerios para el alma, su liberalismo de plástico y su marxismo asesino, incluso quedo en deuda con Lenin por haberme dado las palabras para expresar cómo me sentí cuando papá se fue. “Revolucionarios,” dijo “están muertos si están desocupados”. La Convención Democrática del ’68 estaba llegando, y yo sabía que mi propia cesantía iba a ser más corta que la de papá, porque estaba preparado para combatirlos en las calles. Durante la primavera mamá estuvo ocupada en el centro de Mujeres por la Paz, y yo estaba ocupado conspirando junto a los surrealistas y los Yippies. Entonces conocí a Mao Tsu-Hsi.



Era 30 de Abril, Walpurgisnacht (pausa para un trueno en la banda de sonido), y yo estaba siguiendo el ritmo junto al público en el Friendly Stranger. H. P. Lovecraft (el grupo de rock, no el escritor) atronaban en el salón del fondo, golpeando a las puertas de Ácidolandia haciendo el esfuerzo galante, nuevo y sorprendente ese año, de romper en olas de sonido sin ningún tipo de llave maestra química en absoluto, y no estoy en posición de evaluar su éxito objetivamente ya que, como es común en mí, ya estaba 99, 44/ 100 % fumado y fuera del coco antes de que empezaran su show. Me sentía atraído por aquel rostro oriental singular y pensativo en la mesa de al lado, pero mi propia pandilla, que incluía al extraño sacerdote-marica a quien apodamos Padre Pederastia[1], tenía casi toda mi atención. Me encontraba debatiendo pesadamente con ellos. Era mi período Donatien Alphonse François de Sade.



“Los anarquistas cerebrales son tan estreñidos como los marxistas,” estaba diciendo; a esta altura ya reconocerán el estilo “¿Quién habla del hipotálamo, de las glándulas, de las células del organismo? ¿Quién ve al organismo? Lo cubrimos de ropa para ocultar su simieza. No nos habremos liberado del servilismo hasta que la gente tire sus ropas al closet en la primavera y no vuelva a sacarlas hasta el invierno. No seremos seres humanos, en el sentido en que los monos son monos y los perros son perros, hasta que podamos coger adonde y cuando queramos, como cualquier otro mamífero. Coger en las calles no es sólo una táctica para volar cabezas. Es recuperar nuestros propios cuerpos. Si no, seguiremos siendo robots que poseen la sabiduría de la línea recta, pero no la comprensión de la curva orgánica”. Y así por un largo rato. Creo que habría encontrado unas pocas buenas justificaciones para la violación y el asesinato, si me ponía a ello.



“Un paso más allá de la anarquía,” dijo alguien cínicamente. “Caos Real



“¿Por qué no?” pregunté “¿Quién tiene un trabajo normal aquí?” ninguno de ellos lo tenía, por supuesto; yo mismo vendía droga. “¿Trabajarían en una ocupación normal para algo que se llamase a sí mismo sindicato anarquista? ¿Operarían el motor de un torno ocho putas horas al día porque el sindicato les dice que el pueblo necesita lo que ese torno produce? Si así fuese, el pueblo se convertiría en el nuevo tirano”.



“¡Al carajo con las máquinas!” dijo el poeta Kevin McCool, entusiasmado “¡Volvamos a las cavernas!” Él estaba tan fumado como yo.



El rostro oriental se inclinó: ella llevaba una extraña banda para el cabello con la imagen de una manzana dorada dentro de un pentágono. Sus ojos negros me recordaron de alguna manera a los ojos azules de mi padre. “Lo que quieres es una Organización de la Imaginación, ¿No?” preguntó educadamente.



Yo flipé. Escuchar esas palabras, justo en ése momento, era demasiado.



“Un hombre de la Sociedad Vedanta me dijo que John Dillinger caminó a través de las paredes cuando escapó de la Cárcel de Crown Point”. La srta. Mao bajó el tono “¿Crees que eso sea posible?”.



Ustedes saben lo oscuros que son los bares. El Friendly Stranger era más lóbrego que la mayoría. Tuve que salir. Blake hablaba con el Arcángel Gabriel cada mañana al desayuno, pero yo todavía no era así de profundo.



“Hey, ¿Adónde vas, Simon?” preguntó alguien. La srta. Mao no dijo nada, y no me volví para observar su rostro singular y pensativo - hubiese sido mucho mejor si hubiera sido siniestra e inescrutable -. Pero cuando salí por Lincoln y tomé por Fullerton, escuché pasos detrás de mí. Me volví y el Padre Pederastia tocó mi brazo gentilmente.



“Yo le dije que viniera a escucharte,” dijo “ella daría una señal si pensaba que estabas preparado. Por lo visto la señal fue más dramática de lo que yo esperaba. ¿Una conversación sobre el pasado con alguna carga emocional fuerte para ti?”



“¿Es una médium?” pregunté, entumecido.



“Podrías decirle así”. Lo miré a la luz de las marquesinas del Biograph y recordé la historia de mamá sobre la gente empapando sus pañuelos en la sangre de Dillinger, y escuché el comienzo de un viejo himno religioso en mi cabeza: ESTÁS LAVADO estás lavado ESTÁS LAVADO en la SANGRE del Cordero. Y recordé que los loquitos pensábamos que el Padre colgaba con nosotros con la esperanza de hacernos volver a la Sagrada Iglesia Católica Apostólica Romana, como papá solía llamarla cuando estaba borracho y amargado. Era obvio que para cualquier cosa que el Padre estuviera reclutando gente, no tenía nada que ver con ese oficio teológico en particular.



“¿Qué es esto?” pregunté “¿Y, quién es esa mujer?”



“Ella es la hija de Fu Manchú,” dijo. Repentinamente, echó su cabeza hacia atrás y rió como un gallo cantando. Igualmente de imprevisto, dejó de reír y me miró. Sólo me miró.



“De alguna manera,” dije lentamente “he calificado para una pequeña demostración de lo que sea que tú y ella estén vendiendo. Pero no califico para nada más hasta hacer la movida correcta”. Él asintió levemente y continuó observándome.



Bien, yo era joven e ignorante de cualquier cosa fuera de los diez mil millones de libros que había engullido, culposamente inseguro de mis vuelos imaginativos lejos del realismo de mi padre, y era, por supuesto, un drogón, pero finalmente comprendí por qué él me observaba de esa forma, era (en parte) puro Zen, y no había nada que yo pudiera hacer, concientemente o por volición, que lo satisficiese, debía hacer aquello que yo no podía no hacer, o sea ser Simon Moon. Lo cual me llevó a cuestionar, en ese momento y allí mismo, sin ningún tiempo de considerarlo o racionalizarlo, que carajo era ser Simon Moon o, más precisamente, en qué consistía SimonMoonizar, y pareció ser una cuestión de vagar por cuarto tras cuarto de mi cerebro buscando al dueño y no encontrándolo por ningún lado, mi frente comenzó a sudar, se estaba tornando desesperante porque me estaba quedando sin cuartos, y el Padre continuaba observándome.



“No hay nadie en casa” dije finalmente, seguro de que no era una respuesta suficientemente buena.



“Eso es extraño” dijo “¿Quién está conduciendo la búsqueda?”



Y caminé a través de las paredes y dentro del Fuego.



Esto fue el comienzo de la parte más larga y peculiar de mi educación (la de Simon), y adonde no podremos seguirlo. Ahora está dormido, y es un maestro más que un aprendiz, mientras Mary Lou Servix despierta a su lado e intenta discernir si lo que ocurrió la noche anterior fue por el porro o fue algo realmente escalofriante. Howard juega en el Atlántico; Buckminster Fuller, volando sobre el Pacífico, cruza la línea horaria internacional y vuelve al 23 de Abril; amanece en Las Vegas y Mocenigo, olvidando las pesadillas y ansiedades nocturnas, mira alegremente la producción de las primeras colonias vivas de Ántrax-Lepra-Pi, que harán de éste un día memorable en muchas otras formas de las que él espera; y George Dorn, en algún lugar afuera de éste sistema temporal, está escribiendo en su diario. Sin embargo, cada palabra parece surgir mágicamente por sí misma, como si ninguna voluntad de su parte fuera necesaria para su producción. Leyó las palabras que su lápiz había garabateado, pero parecían comunicaciones de otra inteligencia. Continuaban donde las había dejado en su cuarto de hotel y hablaban en el idioma privado de George:



… el universo es un adentro sin afuera. El sonido hecho por un ojo que se abre. De hecho, ni siquiera sé si hay un universo. Mejor dicho, hay muchos multiversos, cada uno con sus propias dimensiones, tiempos, espacios, leyes y excentricidades. Vagamos en medio y entremedio de estos multiversos, tratando de convencer a otros y a nosotros mismos de que caminamos juntos en un único universo compartido. El hecho de negar éste axioma lleva a la llamada esquizofrenia.



Si, eso es: la piel de cada hombre es su propio multiverso privado, así como se supone que la casa de cada hombre es su castillo. Pero todos los multiversos están tratando de emerger para crear un universo verdadero como el que solamente habíamos imaginado previamente. Tal vez será espiritual, como el Zen o la telepatía, o tal vez será físico, como una gran orgía, pero tiene que suceder: la creación de un universo y un gran ojo abriéndose para verse a sí mismo al fin. ¡Aum Shiva!



- Oh, man, estás fumado y fuera de órbita. Estás escribiendo sandeces.



No, estoy escribiendo con absoluta claridad por primera vez en mi vida.



- ¿Si? ¿Entonces qué es todo ese asunto de que el universo es el sonido de un ojo que se abre?



No importa. ¿Quién carajo eres y cómo te metiste en mi cabeza?



“Es tu turno, George”



El Sheriff Cartwright estaba en la puerta, a su lado un monje con una extraña túnica roja y blanca sostenía una especie de cayado color brasa profunda.



“No - no” comenzó a tartamudear George. Pero lo supo.



“Por supuesto que lo sabes” dijo el Sheriff amablemente - como si súbitamente sintiera pena por ello -. “Lo sabías antes de abandonar New York y venir aquí”.



Estaban al pié de la horca “…cada uno con sus propias dimensiones, tiempos, espacios, leyes y excentricidades” pensaba George locamente. Sí: si el universo es un gran ojo mirándose a si mismo, entonces la telepatía no es un milagro, porque cada uno que pueda abrir sus propios ojos plenamente podrá ver a través de los ojos de los demás. (Por un instante, George vio a través de los ojos de John Ehrlichman mientras Dick Nixon decía obscenamente “Puede decir que no recuerdo. Puede decir que no puedo recordar. No puedo dar ninguna respuesta sobre aquello que no puedo recordar” No puedo dar ninguna respuesta sobre aquello que no puedo recordar) “Toda carne lo verá en un instante”: ¿Quién escribió eso?



“Te extrañaremos, chico” dijo el Sheriff, ofreciéndole un apretón de manos avergonzado. Adormecidamente, George estrechó la palma caliente y reptiliana del hombre.



El monje subió los escalones de la horca a su lado. Trece, estaba pensando George, siempre hay trece escalones en los cadalsos… y siempre acabas en tus jeans cuando se te rompe el cuello. Tiene que ver con la presión sobre la médula espinal transmitida a través de la glándula prostática. Burroughs lo llamaba el Truco de la Muerte-Orgasmo.



En el quinto escalón, el monje dijo súbitamente: “Salve Eris”.



George, pasmado, miró al hombre. ¿Quién era Eris? Alguien de la mitología griega, pero alguien muy importante…



“Todo depende si el tonto tiene o no la sabiduría suficiente para repetirlo”



“¡Cállate idiota, él puede oírnos!”



Tengo un mal colocón, decidió George, y todavía estoy en la cama del hotel alucinando todo esto. Pero repitió titubeante “Salve Eris”.



Inmediatamente, como en un viaje de ácido, la dimensión comenzó a alterarse. Los escalones se hicieron más grandes, ascender por ellos pareció tan peligroso como trepar el Monte Everest. Repentinamente el aire se encendió con una llama rojiza. Definitivamente, pensó George, un mal viaje muy extraño…



Y luego, por alguna razón, miró hacia arriba.



Ahora cada escalón era más alto que un edificio ordinario. Él se encontraba cerca de la base de un rascacielos piramidal de trece niveles colosales. Y en la cumbre… y en la cumbre…



Y en la cumbre Un Ojo Enorme - una esfera de fuego frío y demoníaco color rubí - sin compasión, piedad o desdén, lo observó, mirando hacia, dentro y a través de él.



Las manos descienden, abren completamente ambos grifos de la bañera, luego ascienden y hacen lo mismo con los grifos del lavamanos. Nariz de Banana Maldonado se inclina hacia delante y le susurra a Carmel “Ahora puedes hablar”.   



(El 22 de Noviembre de 1963, el viejo que usaba el nombre “Frank Sullivan” se encontró con Mao Tsu-Hsi en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, quien lo llevó a su bungalow en la Avenida Fountain. Él dio su reporte en oraciones secas y carentes de emoción. “Mi Dios” dijo ella cuando finalizó “¿Qué saca en limpio de todo esto?” Él pensó detenidamente y gruñó “Me deja estupefacto. El tipo en el paso triple era Harry Coin, definitivamente. Lo reconocí a través de mis binoculares. El tipo en la ventana de la Biblioteca era muy parecido a ese patán de Oswald que arrestaron. El tipo en el Grassy Knoll era Bernard Barker, de la pandilla de la Bahía Cochinos de la CIA. Pero no tuve una buena vista del sujeto del edificio de Registros del Condado. De una cosa estoy seguro: no podemos guardarnos todo esto para nosotros. Al menos debemos pasarlo al FLE. Podría afectar sus planes para la OJ. ¿Has escuchado sobre la OJ?” Ella asintió, diciendo “Operación Jode-mentes. Es su gran proyecto para la próxima década, poco más o menos. Esto es un Jode-mentes más grande que cualquiera que hubieran podido planear”)



“¿La China Roja?” suspira Maldonado incrédulamente “Debes haber estado leyendo el Readers’ Digest. Conseguimos toda nuestra heroína de gobiernos amistosos como el de Laos. De otra forma la CIA nos agarraría del culo”. Esforzándose para que su voz se escuche por encima el ruido del agua corriente, Carmel pregunta abatido “¿Entonces no sabes como puedo contactarme con un espía comunista?” 



Maldonado lo mira, poniéndose a su altura, “El comunismo no tiene una buena imagen en este momento” dice fríamente; es 3 de Abril, dos días después del Incidente en Fernando Poo.



Bernard Barker, antiguo sirviente tanto de Batista como de Castro, se pone los guantes afuera del Watergate; en un flash de la memoria, ve el Grassy Knoll, a Oswald, a Harry Coin, y más atrás en el tiempo, a Castro negociando con Nariz de Banana Maldonado.



(Pero en el presente año, el 24 de Marzo, el Generalísimo Tequila y Mota encontró el libro que andaba buscando, ese tan práctico y pragmático sobre cómo gobernar una nación, y tan bueno como había sido el tratado de Luttwak Golpe de Estado sobre cómo apoderarse de un país. Se llamaba El Príncipe y su autor era un astuto italiano llamado Machiavello; éste le enseñó al Generalísimo todo lo que quería saber - excepto cómo atajar las bombas H norteamericanas, lo cual, desafortunadamente, Machiavello no pudo prever por haber vivido en otra época.)



Es nuestro deber, nuestro deber sagrado defender a Fernando Poo” estaba diciendo Atlanta Hope a una multitud alentadora en Cincinnati ese mismo día. “¿O esperaremos a que los Rojos ateos lleguen aquí a Cincinnati?” La multitud comenzó a gritar su disgusto contra dicha espera - habían estado esperando el arribo de los Rojos ateos desde 1945, y ahora estaban convencidos de que los sucios cobardes nunca vendrían y que había que ir a buscarlos a su propio territorio -, pero un grupo de estudiantes sucios, pelilargos y con el aspecto estrafalario de la Universidad de Antioch, comenzó un cántico “No Quiero Morir por Fernando Poo”. La multitud rabió: por fin algunos rojitos verdaderos para combatir… al rato, siete ambulancias y treinta autos de la policía corrían a la escena…



(Pero hace sólo cinco años atrás, Atlanta tenía un mensaje diferente. Cuando fundaron Los Relámpagos de Dios como una rama de la Liberación Femenina, compartían el eslogan “No Más Sexismo” y sus objetivos principales eran las librerías para adultos, los programas de educación sexual, las revistas para hombres y las películas extranjeras. Fue luego de conocer a Jim “el Sonriente” Treponema, de los Caballeros de la Cristiandad Unida en la Fe[2], cuando Atlanta descubrió que tanto la supremacía masculina, como los orgasmos, eran parte de la Conspiración Comunista Internacional. Ese fue realmente el punto en que los Relámpagos de Dios y la ortodoxia de la Liberación Femenina se separaron totalmente, porque la facción ortodoxa sostenía que la supremacía masculina y los orgasmos eran parte de la Conspiración Kapitalista Internacional)



Mientras Atlanta arengaba a la guerra, el Presidente de los Estados Unidos decía a los reporteros “Fernando Poo no se convertirá en otro Laos o en otra Costa Rica”.



“¿Cuándo retiraremos nuestras tropas de Laos?” preguntó rápidamente un reportero del New York Times, al mismo tiempo que uno del Washington Post preguntaba “¿Cuándo retiraremos nuestras tropas de Costa Rica?”.



“Nuestro Plan de Retirada está en marcha de acuerdo a un Esquema de Orden…” comenzó el Presidente; pero en Santa Isabel, mientras Tequila y Mota subrayaba un pasaje de Machiavello, 00005 concluía una transmisión de onda corta a un submarino inglés apostado a 17 millas de la costa de la isla: “Me temo que los yanquis han perdido la chaveta totalmente. Hace nueve días que estoy aquí, y estoy absolutamente convencido de que no hay ni un solo agente ruso o chino en complicidad con el Generalísimo Tequila y Mota, ni hay tropas de dichas naciones escondidas en la jungla. De cualquier manera, el BUGGER está definitivamente detrás del tráfico de heroína aquí, y me gustaría solicitar permiso para investigarlo” (El permiso sería denegado; en los cuarteles de Inteligencia de Londres, el viejo W sabía que 00005 también perdía la chaveta por el BUGGER, imaginando que estaba implicado en todas las misiones que realizaba)



Al mismo tiempo, en un hotel diferente, Tobias Knight, en préstamo especial del FBI a la CIA, concluía su transmisión nocturna de onda corta a un submarino estadounidense apostado a 23 millas de la costa: “Definitivamente las tropas rusas están atareadas en lo que sólo puede ser una rampa de lanzamiento para cohetes, y los amarillos están construyendo lo que parece ser una instalación nuclear…”



Y Hagbard Celine, apostado a 40 millas del golfo de Biafra en el Lief Erikson, interceptó ambos mensajes, sonrío cínicamente, y envió un cable a P, en New York: ACTIVAR A MALIK Y PREPARAR A DORN.



Mientras tanto, la pieza más oscura, aunque en apariencia la más trivial de todo el rompecabezas, aparecía en un departamento de tiendas en Houston. Era un letrero, y decía:



NO FUMAR. NO ESCUPIR.

EL E. D.



Éste reemplazaba a un antiguo cartel que colgó de la pared del salón principal durante varios años, que sólo decía:



NO FUMAR.

EL E. D.



El cambio, aunque pequeño, tuvo repercusiones sutiles. La tienda recibía clientes de mucho dinero y a ese tipo de clientela no le molestaba que les dijesen que estaba prohibido fumar. Después de todo, el riesgo con el fuego era obvio. Pero por otro lado, lo de no escupir era un tanto ofensivo; la mayoría de ellos no era ciertamente del tipo de persona que fuera a escupir en el piso de una tienda - o, al menos, habían dejado de hacerlo al mes, o como mucho, al año de volverse ricos -. Si, el cartel era diplomáticamente malo, definitivamente.



El resentimiento se agravó. Las ventas cayeron. Y el número de miembros de la rama de los Relámpagos de Dios de Houston se incrementó. Miembros ricos y poderosos.



(Lo extraño es que el Encargado del Departamento no tenía nada que ver con el letrero)



George Dorn despertó gritando.



Yacía en el piso de su celda en la cárcel del Condado de Mad Dog. Una primera ojeada frenética e involuntaria le dijo que Harry Coin se había esfumado completamente del calabozo contiguo. El balde para la mierda había sido puesto nuevamente en su rincón y supo, sin posibilidad de cerciorarse, que no contendría intestinos humanos.



Pensó que intentaban quebrarlo con Tácticas de Terror, - algo que comenzaba a verse fácil - y que encubrían las evidencias a medida que avanzaban.



No había luz en la ventana de la celda; por lo tanto todavía era de noche. No había dormido, si no que simplemente se había desmayado.



Como una nena.



Como un marica comunista pelilargo. Oh, mierda y jugo de pasas, se dijo amargamente, córtala ya. Supiste durante años que no eras un héroe. No pases una lija sobre esa herida en particular, justo ahora. No eres un héroe, pero eres un cobarde terco, testarudo y decidido. Y eso es lo que te mantuvo vivo anteriormente en tareas como ésta.



Muéstrales a esos campesinos mamones cuan terco, testarudo y decidido puedes ser.



George comenzó a poner en práctica un viejo truco. Un trozo de tela de su camisa le sirvió como papel. La punta de su cordón se transformó en un lápiz transitorio. Su propia saliva, mezclada con el betún de sus zapatos, creó un sustituto de la tinta.



Laboriosamente, luego de media hora, terminó su mensaje escrito:



A QUIEN ENCUENTRE ESTO: $ 50 POR LLAMAR A JOE MALIK, NEW YORK, Y DECIRLE QUE GEORGE DORN ESTÁ PRESO SIN ABOGADO EN LA CÁRCEL DEL CONDADO DE MAD DOG.



El mensaje no debía caer cerca de la cárcel, así que George comenzó a buscar algún objeto con peso. Luego de cinco minutos se decidió por un trozo del relleno del colchón de la litera. Atarlo apretadamente le llevó diecisiete minutos más.



Luego de arrojar el proyectil por la ventana, George supo que probablemente fuera encontrado por alguien que se lo llevaría al Sheriff Cartwright, y comenzó a pensar en planes alternativos.



De cualquier manera, descubrió que en vez de idear proyectos de escape o liberación, su mente insistía en ir en una dirección enteramente diferente. La cara del moje de su sueño lo perseguía. Había visto esa cara anteriormente en algún lado, lo sabía, pero, ¿Dónde? De alguna manera el asunto era importante. Trató seriamente de recrear e identificar el rostro - James Joyce, H. P. Lovecraft y un monje de una pintura de Fra. Angélico vinieron a su mente -. No era ninguno de ellos, pero tenía algo de cada uno.



Fortuitamente cansado y desanimado, George se recostó en la litera y dejó que su mano asiera su pene sobre el pantalón. Los héroes de ficción no se manoseaban cuando se las veían negras, recordó. Bien, al carajo, él no era un héroe y aquello no era ficción. Además, no iba a masturbarme (después de todo, ellos podrían estar observándome a través de alguna rendija, listos para utilizar esa debilidad natural carcelaria para luego humillarme y quebrar mi ego). No, definitivamente no iba a masturbarme: sólo iba a agarrarlo suavemente sobre el pantalón, hasta sentir que la fuerza vital volvía a mi cuerpo desplazando al miedo, al cansancio y al desconsuelo. Mientras tanto pensé en Pat, allá en New York. Vestía solamente corpiño y bombacha negra, y sus pezones duros sobresalen en punta. La transformo en Sophia Loren y le quito el corpiño para poder ver esos pezones directamente. Ah, si, y ahora trato de la otra manera: ella (Sophia, no Pat nuevamente) lleva el sostén, pero no la bombacha, exhibiendo la mata de vello púbico. La hago jugar con ella, que lleve sus dedos allí, con su otra mano en un pezón, ah, si, entonces ella (Pat no, Sophia) se arrodilla para abrir mi bragueta. Mi pene endurece y ella abre la boca expectante. Tomo un pecho con una mano, tocando el pezón que ella había estado acariciando, sintiendo como se pone más duro. (¿Habrá hecho esto James Bond en los calabozos del Dr. No?) La lengua de Sophia (no mi mano, no mi mano) está atareada y caliente, enviando pulsaciones a través de todo mi cuerpo. Toma, puta. Tómalo, Oh Dios, un flash del Passaic y la pistola en mi frente, hoy en día ya no puedes llamarlas putas, ah, puta, puta, toma, y es Pat, y es aquella noche en su apartamento, ambos pasados de hachís, nunca, nunca, nunca, ni antes ni después, me la chuparon de esa forma, mis manos estaban en su pelo, aferrando sus hombros, toma, chúpamela (sal de mi cabeza, madre) su boca es húmeda y rítmica, mi verga está tan sensible como aquella noche del hachís, llegué al punto culminante y entonces hubo una explosión mientras estaba acabando (perdonen el término) y quedé tirado en el piso tosiendo, con los ojos llorosos. La segunda explosión me levantó nuevamente para arrojarme contra la pared con un crujido.



Luego comenzó el fuego de ametralladoras.



Jesucristo en muletas, pensé frenéticamente, sea lo que sea que esté pasando, van a encontrarme con una acabada en los pantalones.



Y cada hueso de mi cuerpo roto.



Súbitamente, el tartamudeo de la ametralladora enmudeció y creí escuchar una voz que gritaba “Eduviges Blue en crack” - todavía tengo a Joyce en mente, pensé. Entonces hubo una tercera explosión, y cubrí mi cabeza mientras pedazos del cielorraso caían sobre mí.



Una llave chocó de repente contra la puerta de la celda. Mirando hacia arriba, vi a una mujer joven con un sobretodo y una ametralladora, probando desesperadamente una llave tras otra en la cerradura.



Desde algún otro lado del edificio llegó una cuarta explosión.



La mujer sonrió tensamente con el sonido. “Comunistas hijos de puta” murmuró, aun probando las llaves.



“¿Quién carajo eres?” pregunté al fin, roncamente.



“Eso no importa ahora” soltó, “hemos venido a rescatarte ¿No es suficiente?”



Antes de que pudiera pensar una respuesta, la puerta se abrió.



“Rápido” dijo “por aquí”.



Cojeé detrás de ella por el corredor. Se detuvo inesperadamente, estudió el muro un momento y presionó un ladrillo. La pared se deslizó suavemente a un costado y entramos en lo que parecía ser una especie de capilla.



Buen Jesús y su hermano Irving, pensé, todavía estoy soñando.



Porque esa capilla no era algo que cualquier hombre cuerdo esperaría encontrar en la cárcel del Condado de Mad Dog. Estaba enteramente decorada en rojo y blanco - los colores de Hassan i Sabbah y los Asesinos de Alamut, recordé incrédulo -, y estaba adornada con extraños símbolos arábicos y eslóganes en alemán: “Heute die Welt, Morgens das Sonnensystem” “Ewige Blumenkraft und Ewige Schlangekraft!” “Gestern Hanf, Heute Hanf, Immer Hanf”.



Y el altar era una pirámide con trece divisiones con un ojo rojo-rubí en la cúspide.



Éste símbolo, recordé con una confusión creciente, era el Gran Sello de los Estados Unidos.



“Por aquí” dijo la mujer, señalando con la ametralladora.



Pasamos a través de otro muro corredizo y salimos a un callejón detrás de la cárcel.



Un Cadillac negro nos esperaba. “¡Todos están afuera!” gritó el chofer. Era un hombre viejo, de más de sesenta, pero de aspecto duro e inteligente.



“Bien” dijo la mujer “aquí está George”.



Fui empujado al asiento trasero - que estaba repleto de hombres de apariencia lúgubre y municiones de varios calibres de apariencia aun más lúgubre -, y el auto arrancó precipitadamente.



“Ahí va una de buen tamaño” gritó la mujer del sobretodo y arrojó otra bomba plástica hacia la cárcel.



“Correcto” dijo el chofer, “y encaja, también. Con ésa serían cinco”



La Ley de los Cincos,” otro pasajero rió por lo bajo amargamente “les viene bien a esos bastardos comunistas. Un poco de su propia medicina”.



No pude aguantarme más.



“¿Qué carajo está pasando?” pregunté “¿Quiénes son ustedes? ¿Qué les hace pensar que el Sheriff Cartwright y sus policías son comunistas? ¿Adonde me llevan?”



“Cállate” dijo la mujer que me había sacado de la celda, apuntándome no muy afectuosamente con su ametralladora “Hablaremos cuando estemos listos. Mientras tanto, límpiate esa acabada que tienes en el pantalón”.



El auto se perdió en la noche.



(En una limusina Bentley, Federico “Nariz de Banana” Maldonado fumaba un cigarro y se relajaba mientras su chofer lo llevaba a la mansión de Robert Putney Drake en Blue Point, Long Island. Detrás de sus ojos, casi en el olvido, Charlie “El Bicho” Workman, Mendy Weiss y Jimmy la Fiera escuchaban sobriamente, el 23 de Octubre de 1935, mientras Nariz de Banana les decía: “No le den oportunidades al Holandés. Masacren al hijo de puta”. Los tres sujetos asintieron, impasibles; masacrar a alguien es desagradable, pero se paga bien. En un golpe ordinario se puede ser preciso e incluso artístico, porque, después de todo, lo único que importa es que el homenajeado en cuestión esté definitivamente muerto al final. Masacrar, en el lenguaje de la profesión, no deja lugar para gustos o delicadezas personales: lo importante es que haya mucho plomo, y que la víctima deje un cadáver espectacularmente sangriento para los tabloides, como una notificación de que la Hermandad se encuentra tensa y de mal humor, y que es mejor que todo el mundo cuide su culo. A pesar de que no era obligatorio en un trabajo de masacre, era considerado un signo de verdadero entusiasmo si el invitado de honor se llevaba consigo a un par de transeúntes, para que todo el mundo comprendiera exactamente cuan nerviosa se sentía la Hermandad. El Holandés se llevó a dos de ésos transeúntes. Y en un mundo diferente, que todavía es éste mundo, Albert “El Profesor” Stern abre el periódico matutino del 23 de Julio de 1934 y lee EL FBI BALEA A DILLINGER y piensa, melancólico Si yo pudiera matar a alguien así de importante, mi nombre nunca sería olvidado. Yendo más atrás, atrás en el tiempo, el 7 de Febrero de 1932, Vincent “Perro Loco” Coll mira a través de la puerta de una cabina telefónica y ve un rostro familiar cruzando la calle desde la farmacia con una ametralladora en la mano. “Maldito Holandés terco” grita, pero nadie lo escucha, porque la Thompson ya estaba rociando sistemáticamente la cabina de arriba abajo, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha y de arriba abajo nuevamente para asegurarse … pero giren el cuadro para el otro lado y esto es lo que emerge: el 10 de Noviembre de 1948, el “Mejor Periódico del Mundo”, el Chicago Tribune, anuncia como presidente electo de los Estados Unidos de América a Thomas Dewey, un hombre que, no solamente no fue electo, si no que tampoco estaría vivo si Nariz de Banana Maldonado no hubiera dado esas instrucciones específicas en lo concerniente al Holandés a Charlie el Bicho, Mendy Weiss y Jimmy la Fiera)



¿Quién te disparó? preguntó el policía estenógrafo. Madre es la mejor apuesta, oh mamá, mamá, mamá. Quiero armonía. No quiero armonía es la delirante respuesta ¿Quién te disparó? es repetida la pregunta. El Holandés sigue respondiendo: oh mamá, mamá, mamá. Conservas Canadienses Viandas Bean.



Condujeron hasta el amanecer. El auto paró en un camino junto a una playa de arenas blancas. Palmeras altas y delgadas se erguían negras contra un cielo turquesa. Esto debe ser el Golfo de México, pensé. Pueden encadenarme y arrojarme al golfo, a cientos de millas de Mad Dog, sin implicar al Sheriff Cartwright. No, ellos atacaron la cárcel del Sheriff Jim. ¿O eso fue una alucinación? Iba a tener que mantener más de un ojo en la realidad. Era un nuevo día e iba a tener que ver y mantener los objetos sólidos y bien definidos a la luz del sol.



Estaba tieso, adolorido y cansado por toda una noche de viaje. El único descanso que tuve fueron unas cabezadas intermitentes en las que ojos ciclópeos de rubí me miraban y despertaba aterrorizado. Mavis, la mujer de la ametralladora, me abrazó varias veces cuando gritaba. Susurraba consolándome, y una vez, sus labios suaves, frescos y dulces, rozaron mi oreja.



A la vera de la playa, Mavis me indicó que bajara del auto. El sol estaba tan caliente como la sotana de un obispo que finalizaba su sermón sobre la malevolencia de la pornografía. Ella bajó detrás de mí y cerró la puerta con un golpe.



“Nosotros esperaremos aquí” dijo “los otros retornan”.



“¿Qué es lo que esperaremos?” pregunté. En ese momento, el conductor encendió el motor. El auto giró en una amplia vuelta en U. En un minuto, desaparecía por una curva de la carretera del Golfo. Quedamos solos, bajo el sol ascendente y sobre el asfalto cubierto de arena.



Mavis me indicó que bajara con ella hasta la playa. Un poco más adelante, pero alejada del agua, había una cabañita pintada de blanco. Un pájaro carpintero descendió en su techo cansinamente, como si hubiera hecho más vuelos que Yossarian, y no intentó alzarse nuevamente.



“¿Cuál es el plan, Mavis? ¿Una ejecución privada en una playa solitaria de otro estado, así la culpa no recae sobre el Sheriff Jim?”



“No seas tarado, George. Echamos abajo la cárcel de ése bastardo comunista”



“¿Por qué sigues llamando comunista al Sheriff Cartwright? Si alguna vez un hombre tuvo KKK escrito en su frente, es ese cabrón pueblerino retrógrado”.



“¿No conoces a tu Trotsky? ‘Peor es mejor’ Escorias como Cartwright están tratando de desacreditar a los EEUU y hacerlo pasto para una avanzada de la izquierda”



“Yo soy izquierdista. Si estás en contra de los comunistas, estás en mi contra” No me interesó contarle sobre mis otros amigos de Weathermen y Morituri.



“Simplemente eres un liberal crédulo”



“No soy liberal. Soy un radical militante”



“Un radical no es otra cosa que un liberal bocazas. Y un radical militante no es otra cosa que un liberal bocazas con la ropa del Che. Las bolas. Nosotros somos los verdaderos radicales, George. Hacemos cosas, como lo de anoche. Exceptuando a los de Weathermen y Morituri, lo único que han hecho tus militantes radicales es recortar cuidadosamente el diagrama de un cóctel molotov publicado en The New York Review, pegarlo en la puerta del baño y masturbarse mirándolo. Sin ofender”. El pájaro carpintero giró su cabeza y nos observó con sospecha, como un viejo paranoico.



“¿Cuál es tu política, si es que eres radical?”



“Yo creo que el gobierno que mejor gobierna, es el que gobierna menos. O, preferiblemente, que no gobierna para nada. Y creo en el laissez faire del sistema económico capitalista”.



“Entonces debes odiar mi ideología política. ¿Por qué me rescataste?”



“Porque alguien te necesita” dijo



“¿Quién?”



“Hagbard Celine”



“¿Y quién es Hagbard Celine?” Habíamos llegado a la cabaña y nos quedamos a un costado, enfrentados, mirándonos a los ojos. El pájaro carpintero giró la cabeza y nos miró con el otro ojo.



“¿Quién es Juan Pérez?” dijo Mavis. Debí haberlo imaginado, pensé, una adicta al “adivina”. Ella continuó “me llevaría todo un libro responder a esa pregunta. Ya conocerás a Hagbard. Por ahora, te bastará saber que es el hombre que nos pidió que te rescatásemos”.



“Pero personalmente no te gusto, ¿No te alejaste de tu camino al ayudarme?”



“Sí que me gustas. Esa mancha en tu pantalón me trae caliente desde Mad Dog. También la excitación del ataque. Tengo que liberar algunas tensiones. Preferiría guardarme para un hombre que cuadre completamente con mis criterios y mi sistema de valores. Pero me calentaría muchísimo esperándolo. Sin lamentos y sin culpas, entonces. Tú estás bien. Servirás”.



“¿De qué estás hablando?”



“Estoy hablando de coger, George”



“Nunca conocí una chica - es decir, mujer - creyente del sistema capitalista que fuera buena cogiendo”



“¿Qué tiene que ver tu patético círculo de relaciones con el precio del oro? Dudo que hayas conocido alguna vez a una creyente del verdadero laissez faire del sistema capitalista. Dicha mujer no sería atrapada por tu círculo de liberales-izquierdistas”. Me tomó de la mano y me condujo adentro de la cabaña. Se sacó el sobretodo y lo extendió cuidadosamente en el piso. Vestía un suéter negro y jean azul, ambos ajustados. Se quitó el suéter. No llevaba sostén, y sus pechos eran cónicos, en punta, del tamaño de dos manzanas. En medio de ellos tenía una especie de mancha de nacimiento rojiza.



“Tu tipo de mujer capitalista es una Nixonette del ’72, y cree en esa economía tonta, mezcla de socialismo corporativo y fascismo bastardo con que Frank Roosevelt bendijo a los EEUU”. Desabrochó el ancho cinturón negro, abrió la cremallera de sus jeans y se los quitó. Sentí que la erección abultaba mis pantalones. “Las mujeres Libertarias cogen bien porque saben lo que quieren, y lo que quieren les gusta mucho”. Al sacarse los jeans reveló una bombacha hecha de un extraño material sintético dorado de aspecto metálico.



¿Cómo puedo ver y mantener los objetos sólidos y bien definidos a la luz del sol, cuando pasa esto? “¿Realmente quieres coger ahora, en esta playa pública y a plena luz del día?” El pájaro carpintero comenzó a trabajar encima de nuestras cabezas, golpeando como un baterista de rock, y recordé súbitamente algo de la escuela secundaria:



El pájaro carpintero golpea la puerta de su casa; golpea, golpea y golpea hasta que se cansa.



“George: eres demasiado serio ¿No sabes jugar? ¿Nunca pensaste que tal vez la vida es un juego? No hay diferencias entre la vida y un juego ¿Sabes? Cuando te entretienes - por ejemplo - con un juguete, no existe ganar y perder. La vida es un juguete, George, yo soy un juguete. Piensa en mí como una muñeca. En vez de clavarme agujas, puedes clavarme tu cosa. Soy una muñeca mágica, como una muñeca vudú. Una muñeca es una obra de arte. El arte es magia. Haces una imagen de lo que quieres poseer, para poder disfrutarlo. Haces un modelo, para tenerlo bajo control ¿Comprendes? ¿No quieres poseerme? Puedes hacerlo, pero sólo por un momento”.



Sacudí la cabeza “No puedo creerte. La forma en que hablas - no es real”.



“Siempre hablo así cuando estoy caliente. En esos momentos estoy más abierta a las vibraciones del espacio exterior. ¿Son reales los unicornios, George? ¿Quién creó a los unicornios? ¿Un pensamiento sobre unicornios es un pensamiento real? ¿Qué diferencia hay entre eso y la imagen mental de mi concha - la cual la cual aún no has visto - que tienes ahora en tu cabeza? El hecho de que tú pienses en cogerme y yo piense en cogerte, ¿Significa que vamos a coger? ¿Nos sorprenderá el universo? La sabiduría es aburrida, la locura es diversión ¿Qué significa para ti un caballo con un solo cuerno que sobresale de su cabeza?”



Mis ojos subieron desde su entrepierna y su bombacha dorada - que es donde se habían clavado cuando ella dijo “concha” - hasta la marca en medio de sus pechos.



No era una mancha de nacimiento. Sentí como un baldazo de agua helada en la ingle.



Lo señalé. “¿Qué significa para ti un ojo rojo adentro de un triángulo rojo y blanco?”



Su mano abierta abofeteó mi mandíbula “¡Hijo de puta! ¡Nunca me hables de eso!”



Luego inclinó la cabeza. “Discúlpame, George. No tenía derecho de hacer eso. Devuélvemelo si quieres”.



“No quiero. Pero temo que me has enfriado sexualmente”



“Tonterías. Eres un hombre sano. Pero ahora quiero darte algo sin que tú me des nada” Se agachó frente a mí sobre su abrigo, con las rodillas bien separadas, abrió mi bragueta, buscó con dedos rápidos, y sacó mi pene afuera. Deslizó la boca a su alrededor. Era mi fantasía carcelaria volviéndose realidad.



“¿Qué haces?”



Retiró sus labios de mi pene, miré hacia abajo y vi que la cabeza estaba brillante con saliva y que se hinchaba en latidos visibles.



Sus pezones - mi mirada evitó el tatuaje masónico - sobresalían erectos. Sonrió “No chifles mientras estás meando, George, y no hagas preguntas mientras te la están chupando. Cállate y ponte duro. Esto es quid pro quo”.



Cuando acabé, no sentí que saliera mucha leche de mi pene; había salido mucha cuando me toqueteé en la cárcel. Noté con placer que no la escupió. Sonrió y se la tragó.



El sol estaba más alto y más ardiente en el cielo y el pájaro carpintero lo celebró aporreando más rápido y más fuerte. El Golfo brillaba como el mejor de los diamantes del Sr. Aster. Esforcé la vista hacia el agua: justo debajo del horizonte había un brillo dorado entre los diamantes.



De repente, Mavis estiró las piernas y se recostó sobre su espalda “¡George! no puedo dar sin recibir. Por favor, rápido, mientras todavía la tengas dura, ven aquí y métemela”.



Miré hacia abajo. Sus labios temblaban. Tironeaba de su bombacha dorada mostrándome su negro pubis. Mi verga ya había comenzado a bajarse. Miré a Mavis y le sonreí.



“No” dije “No me gustan las chicas que primero te sopapean, y al siguiente minuto están calientes contigo. No cuadran con mis criterios y mi sistema de valores. Creo que están locas” Cuidadosa y deliberadamente guardé a mi amigo nuevamente en el pantalón y me alejé de ella. De cualquier manera mi amigo estaba cansado, como el pájaro de la rima.



“No eres tan tarado después de todo, cabrón” dijo, con los dientes apretados. Su mano se movía rápidamente entre sus piernas. En un momento, arqueó la espalda, cerró los ojos fuertemente y emitió un gritito como el de un pichón de gaviota en su primer vuelo, un sonido extrañamente virginal.



Se relajó un instante, luego se levantó del suelo de la cabaña y comenzó a vestirse. Miró hacia el mar y yo seguí su mirada. Señaló al distante destello dorado.



“Hagbard está aquí”



Un sonido zumbante llegó a través del agua. Luego de unos minutos, distinguí una pequeña lancha negra a motor que venía hacia nosotros. Observamos en silencio mientras la proa encallaba en la playa blanca. Mavis me llamó con un gesto y la seguí a través los médanos hasta la orilla. Había un hombre de polera negra sentado en la popa del bote. Mavis subió a la proa y giró hacia mí, mirándome inquisitivamente. El pájaro carpintero sintió malas vibraciones y se alzó en vuelo con un aleteo y un graznido como una advertencia de Perdición.



¿En que carajo me he metido, y por qué estoy tan loco como para continuar? Traté de ver que era aquello de donde había salido el bote, pero el sol brillaba sobre el metal dorado encegueciéndome, y no pude distinguir ninguna forma. Miré nuevamente hacia la lancha y vi que había un objeto circular y dorado pintado en la proa, y que también había un banderín negro en la popa, con el mismo objeto en el centro. Señalé el emblema.



“¿Qué es eso?”



“Una manzana” dijo Mavis.



La gente que escoge una manzana dorada por símbolo no puede ser del todo mala. Salté dentro del bote y el piloto utilizó un remo para empujarnos. Zumbamos sobre las tranquilas aguas del Golfo hacia el objeto dorado en el horizonte. Todavía enceguecía reflejando el sol, pero ahora podía distinguir una silueta baja con una pequeña torre en el centro, como una caja de cerillas sobre un palo de escoba. Luego me di cuenta de que había calculado mal las distancias. El barco, o lo que fuese, estaba mucho más lejos de lo que creí al principio.



Era un submarino - un submarino dorado - y parecía medir el equivalente a cinco cuadras de largo, tan grande como el trasatlántico más grande del que tuviera noticias. La torre de mando medía aproximadamente tres pisos de alto. A medida que nos acercábamos a un costado, vi a un hombre en la torre que nos saludaba con la mano. Mavis devolvió el saludo. Yo saludé con poco entusiasmo, suponiendo de alguna manera que eso era lo que debía hacer. Todavía estaba pensando en el tatuaje masónico.



Una escotilla se abrió al costado del submarino y la lanchita flotó directamente hacia su interior. La escotilla se cerró, el agua fue drenada y el bote se asentó sobre un soporte. Mavis señaló una puerta que parecía la entrada de un elevador.



“Tú vas por ahí” dijo “Te veo luego, tal vez”.



Presionó un botón y la puerta se abrió, revelando un habitáculo forrado en dorado. Entré en él y me elevó tres pisos. La puerta se abrió e ingresé en una sala pequeña, donde un hombre estaba esperando de pié, con cierta galanura en el porte que me hizo recordar a un hindú o a un indio americano. Pensé en uno de los comentarios de Metternich sobre Talleyrand: “Si alguien le hubiera pateado la espalda, no habría movido ni un músculo de su cara hasta decidir qué hacer”.



Era sorprendentemente parecido a Anthony Quinn; cejas negras y gruesas, piel olivácea, y nariz y mentón fuertes. Era grande y fornido, músculos poderosos se marcaban debajo de su suéter náutico a rayas verdes y negras. Extendió la mano.



“Bien, George. Lo has logrado. Soy Hagbard Celine”



Nos dimos la mano; su apretón era como el de King Kong “Bienvenido a bordo del Lief Erikson, llamado así en honor al primer europeo en llegar a América desde el Atlántico, que me perdonen mis ancestros italianos. Afortunadamente, también tengo antepasados vikingos. Mi madre es noruega. Como verás, el cabello rubio, los ojos azules y la piel clara son todos recesivos. Mi padre siciliano arrolló a los genes de mi madre”.



“¿De donde infiernos sacó esta nave? No hubiera creído que un submarino como éste pudiera existir sin que todo el mundo lo supiese”.



“Es mi creación, fue construido de acuerdo a mis diseños en un fiordo noruego. Esto es lo que la mente libre puede hacer. Soy el Leonardo del siglo XX, excepto que no soy gay. Lo intenté, por supuesto, pero me interesan más las mujeres. El mundo nunca ha oído hablar de Hagbard Celine. Porque el mundo es estúpido y Celine es inteligente. El submarino es invisible al radar y al sonar. Es superior a lo mejor que tanto americanos como rusos puedan tener, incluso en sus tableros de diseño. Puede ir a cualquier profundidad en cualquier océano. Hemos auscultado la Falla Atlántica, el Abismo de Mindanao y otras pocas cavidades más en el fondo del océano que nadie había percibido o nombrado antes. El Lief Erikson tiene capacidad para hacer frente a los más grandes, feroces e inteligentes monstruos de las profundidades, de los cuales hemos encontrado más que suficientes. Incluso lo arriesgaría a combatir con el mismísimo Leviatán, aunque estoy contento de haberlo visto solamente desde lejos”.



“¿Se refiere a las ballenas?”



“Me refiero a Leviatán, man. Ése animal acuático - si animal es lo que es - es a tu ballena, lo que tu ballena es a tu pececito de colores. No me preguntes qué es Leviatán - ni siquiera estuvimos suficientemente cerca como para describirte su forma -. No hay otro como él, ella o eso, en todo éste mundo de agua. No sé cómo se reproduce - tal vez no necesita reproducirse - tal vez es inmortal. Por lo que sé, puede ser tanto una planta como un animal, pero está vivo y es la cosa viva más grande que existe. Oh, hemos visto monstruos, George. A bordo del Lief Erickson hemos visto las ruinas sumergidas de la Atlántida y de Lemuria o Mu, como es conocida por los guardianes del Cao Sagrado”.



“¿De que mierda me está hablando?” inquirí, preguntándome si me encontraba en algún tipo de loca película surrealista, correteando entre sheriffs telépatas, asesinos homosexuales, damas masónicas ninfómanas y piratas sicóticos, siguiendo un guión escrito con antelación por dos cabezas-de-ácido y un humorista marciano.



“Estoy hablando de la aventura, George. Estoy hablando de ver cosas y estar con gente que realmente liberará tu mente - no de reemplazar el liberalismo por marxismo para escandalizar a tus padres -. Estoy hablando de salir del plano manoseado en el que vives, y emprender un viaje con Hagbard hacia el universo trascendental. ¿Sabías que en la Atlántida sumergida hay una estructura piramidal construida por antiguos sacerdotes, cubierta por una sustancia cerámica que resistió treinta mil años de sepulcro oceánico y que todavía es limpia y blanca como el marfil pulido - excepto por un mosaico rojo gigantesco con un ojo en la cúspide?”



“Me es difícil creer que la Atlántida haya existido” dije. “De hecho” - sacudí mi cabeza furiosamente - “me está obligando a que la acepte como algo real. La cuestión es que simplemente no creo que la Atlántida haya existido. Esto es pura mierda”.



La Atlántida es nuestra próxima parada, amigo. ¿Confías en la evidencia de tus propios sentidos? Eso espero, porque verás la Atlántida y su pirámide, como te dije. Esos bastardos, los Illuminati, están tratando de obtener oro saqueando un templo atlante para continuar con sus conspiraciones. Y Hagbard frustrará su robo, robándolo antes que ellos. Porque combato a los Illuminati cada vez que tengo la oportunidad. Y porque soy un arqueólogo amateur. ¿Te unirás a nosotros? Eres libre de irte ahora si lo deseas. Te dejaré en la costa e incluso te daré dinero para que regreses a New York”.



Meneé la cabeza “Soy escritor. Escribo artículos en revistas para vivir. Aunque el noventa por ciento de lo que Ud. dice sean mentiras, patrañas o incluso la puesta en escena más elaborada desde Nixon, ésta es la mejor historia con la que me he cruzado. Un loco con un gigantesco submarino dorado, cuyos seguidores incluyen guerrilleras hermosas que destruyen cárceles y sacan prisioneros. No, no me voy. Usted es un pez muy grande como para dejarlo escapar”.



Hagbard Celine palmeó mi hombro “Buen muchacho. Tienes coraje e iniciativa. Confías solamente en lo que evidencian tus ojos, y no en lo que otros te dicen. Tenía razón contigo. Ven, bajemos a mi camarote”. Tocó un botón, entramos al ascensor dorado y bajamos rápidamente, hasta un pasaje abovedado de unos dos metros y medio de altura, cerrado por un portal de rejas plateadas. Celine presionó un mando y ambas puertas, la del ascensor y la exterior, se deslizaron. Entramos a una sala alfombrada, al fondo de la cual había una bella mujer negra sentada debajo de un emblema complejo compuesto por anclas, conchas marinas, mascarones de proa vikingos, leones, sogas, pulpos, relámpagos y, ocupando la posición central, una manzana dorada.



“Kallisti” dijo Celine, saludando a la chica.



“Oh Salve Discordia” ella respondió.



“Aum Shiva” contribuí, tratando de entrar en el espíritu del juego.



Celine me condujo a través de un largo corredor “Descubrirás que éste submarino está decorado opulentamente. No tengo la necesidad de vivir en ambientes ascéticos como esos masoquistas llamados oficiales navales. Nada de simplicidad espartana para mí. Esto es más como un trasatlántico, o como un formidable hotel europeo de la era eduardiana. Espera a ver mi suite. Tu camarote también te agradará. Para autocomplacerme, construí esta cosa a gran escala. Nada de arquitectos navales quisquillosos ni contadores parsimoniosos en mis negocios. Yo creo que debes gastar dinero para hacer dinero, y que debes gastar el dinero que hiciste para disfrutar del dinero. Además, debo vivir en esta maldita cosa”.



“¿Y cuales son precisamente sus negocios, Sr. Celine?” pregunté “¿O debo llamarlo Capitán Celine?”



“Ciertamente no debes. Nada de esa mierda de jerarquías de mando para mí. Soy Hagbard Celine, el Hombre Libre, pero el ‘Señor’ convencional está bien. Aunque prefiero que me llames por mi primer nombre. Que rayos, llámame como quieras. Y si no me gusta, te rompo la nariz. De haber más narices sangrantes, habría menos guerras. Lo mío es el contrabando, mayormente. Con una pizca de piratería, lo suficiente como para mantenernos. Pero solamente en perjuicio de los Illuminati y sus crédulos comunistas. Nuestra meta es demostrar que ningún estado tiene derecho a regular el comercio en forma alguna. Eso va en contra de los hombres libres. Toda mi tripulación es voluntaria. Contamos con marineros liberados que han estado en navíos de América, Rusia y China. Excelentes muchachos. Los gobiernos del mundo nunca nos atraparán, porque los hombres libres siempre son más astutos que los esclavos, y cualquier hombre que trabaja para un gobierno es un esclavo”.



“Entonces, ¿Ustedes son una pandilla de Objetivistas, básicamente? Debo advertirle que provengo de una larga línea de agitadores laboristas y rojos. Nunca me llevarán a una posición de Derecha”.



Celine retrocedió como si yo le hubiera hecho oler algo podrido. “¿Objetivistas?”, pronunció la palabra como si le hubiese acusado de ser un pedófilo. “Somos anarquistas y proscritos, carajo. ¿No has comprendido? No tenemos nada que ver con la derecha, la izquierda o cualquier otra estúpida categoría política. Si trabajas dentro del sistema, te decantas por una u otra de las facciones ya implícitas en ese sistema desde un principio. Hablas como un siervo medieval, preguntándole al primer agnóstico si adora a Dios o al Diablo. Estamos fuera de las categorías del sistema. Nunca comprenderás nuestro juego si sigues pensando con esa imaginería del mundo bidimensional de derecha e izquierda, bien y mal y arriba y abajo. Si necesitas etiquetarnos en un grupo, somos políticamente No-Euclidianos. Pero ni siquiera eso es cierto. Húndanme si alguien en este tubo concuerda con algún otro sobre cualquier cosa, excepto por aquello que el tipo con cuernos le dijo al viejo en las nubes: Non serviam”.



“No sé latín” dije, abrumado por su estallido.



“No serviré” tradujo. “Y aquí está tu cuarto”.



Abrió una puerta de roble y entré a una sala de estar decorada bellamente con teca y palisandro escandinavos, tapizada con colores brillantes y sólidos. No había exagerado con respecto a la escala: uno podría haber estacionado un autobús Greyhound en medio de la alfombra y aún así el cuarto no hubiera parecido abarrotado. En la pared, sobre un sofá anaranjado, colgaba un óleo enorme en un marco dorado y trabajado de, fácilmente, treinta centímetros de ancho en todos los lados. La pintura era esencialmente una caricatura. Mostraba a un hombre en túnica, con barba y cabellos largos y blancos, parado en la cima de una montaña, mirando estupefacto hacia una pared de roca negra. Sobre su cabeza, una mano feroz trazaba letras de fuego con el índice sobre la piedra. Las palabras que escribía eran:



¡PIENSA POR TU CUENTA, TARADO!



Mientras comenzaba a reír, sentí a través de las plantas de mis pies que un motor titánico empezaba a latir.



En Mad Dog, Jim Cartwright hablaba por teléfono con un dispositivo codificador para evadir escuchas “Dejamos que la gente de Celine se llevara a Dorn de acuerdo al plan, y, Harry Coin está, eh, ya no está entre nosotros”



“Bien” dijo Atlanta Hope “Los Cuatro están yendo a Ingolstadt. Todo va OK”. Colgó y volvió a llamar, esta vez a Western Union, “Quiero enviar un telegrama común, con las mismas palabras, a veintitrés direcciones diferentes” dijo secamente. “El mensaje es: ‘Publiquen el anuncio mañana en los diarios’ firma ‘Atlanta Hope’”. Luego dictó las veintitrés direcciones, todas ubicadas en importantes ciudades de los EEUU, de cada uno de los cuarteles generales de Los Relámpagos de Dios. (Al día siguiente, 25 de Abril, los periódicos de dichas ciudades publicaron un texto oscuro en la columna de avisos personales; decía: “En agradecimiento a San Judá por los favores recibidos. A. W.” La trama, por consiguiente, se condensó).



Luego me recosté y pensé en Harry Coin. Alguna vez imaginé que podría lograrlo con él: había algo tan repulsivo, tan cruel, tan salvaje y tan sicopático en él… pero, por supuesto, no funcionó. Lo mismo que con cualquier otro hombre. Nada. “Golpéame” le grité. “Muérdeme, lastímame. Haz algo”. Él hizo de todo, como el peor sádico del mundo, pero fue lo mismo que si hubiese sido el profesor de inglés de Antioch más gentil y poético. Nada. Nada, nada, nada.

… con quien casi lo logro fue con aquel extraño banquero de Boston, Drake. Qué escena. Yo había ido a su oficina buscando contribuciones para los Relámpagos de Dios. Era un viejo pájaro carroñero de cabello blanco, entre los sesenta y pico y los setenta: típico de nuestros miembros más ricos, pensé. Comencé con el parloteo usual: comunismo, sexismo, obscenidad, pero todo el tiempo sus ojos fueron fríos y duros como los de una víbora. Finalmente me di cuenta de que él no creía una palabra de todo aquello, así que comencé a detenerme, entonces sacó su chequera, escribió en ella y me la alcanzó para que yo pudiera ver la suma. Veinte mil dólares. No supe qué decir, y comencé algo sobre cómo todos los verdaderos americanos iban a apreciar éste gran gesto etc., y él dijo “Patrañas. No eres rica, pero eres famosa. Quiero sumarte a mi colección. ¿Trato hecho?” El bastardo más frío que he conocido, incluso Harry Coin era humano en comparación, y aunque sus ojos eran de un azul claro, eran tan atemorizantes que no podía creerlo, un verdadero loco de manera perfectamente cuerda, ni siquiera un psicópata, si no algo para lo que aún no tienen un nombre; todo esto me hizo clic, la humillación de prostituirme, la ferocidad predatoria de su rostro, más los veinte mil. Asentí. Me llevó a una suite privada fuera de su oficina, tocó un botón y las luces se atenuaron, otro botón y descendió una pantalla de proyector, un tercer botón y estábamos viendo una película pornográfica. No se acercó a mí, sólo me miraba y yo intentaba excitarme preguntándome si la actriz realmente lo sentía o lo fingía, luego comenzó otro film, esta vez eran cuatro en diferentes cambios y combinaciones sexuales, él me llevó al sofá, cada vez que abría mis ojos podía ver la película a sus espaldas, y era lo mismo, lo mismo, luego metió su cosa adentro mío, nada, nada, nada, seguí mirando a los actores tratando de sentir algo, y entonces, mientras él acababa, susurró en mi oído “Heute die Welt, Morgens das Sonnensystem”. Esa fue la única vez que casi lo logro. El profundo terror de que ése maniático supiera



Mas tarde traté de indagar sobre él, pero ningún superior de la Orden dijo una palabra, y los de rango inferior no sabían nada. Aunque finalmente lo averigüé: él era muy grande en el Sindicato, tal vez el jefe. Así es como descubrí que el viejo rumor era verdad, el Sindicato también estaba siendo manejado por la Orden, como todo lo demás…



Pero aquel viejo frío y siniestro no volvió a decir nada más. Esperé mientras nos vestíamos, mientras me daba el cheque y mientras me acompañaba hasta la puerta, pero hasta su rostro parecía negar haberlo dicho, o saber lo que aquello significaba. Cuando me abrió la puerta, puso un brazo en mis hombros y habló como para que su secretaria pudiera oírlo “Espero que su trabajo apresure la llegada del día en que América retorne a la pureza” Aunque no había burla en sus ojos y su voz sonaba completamente sincera, me había leído hasta el tuétano, sabía que yo estaba fingiendo, y adivinó que solamente el terror podía destrabar mis reflejos: tal vez incluso sabía que yo ya había probado con el sadismo físico y que no había funcionado. Afuera en Wall Street, entre la multitud, vi un hombre con una máscara de gas - todavía eran raras aquel año - y sentí que el mundo entero estaba moviéndose a una velocidad que yo no podía comprender, y que la Orden no estaba diciéndome ni un poco de todo lo que yo necesitaba saber.



El Hermano Beghard, quien actualmente es un político en Chicago bajo su nombre “verdadero”, me explicó una vez la Ley de los Cincos en relación al principio de la pirámide de poder. Intelectualmente lo comprendo: es la única forma en que podemos trabajar, cada grupo en vectores separados, así, lo máximo que cualquier infiltrado puede averiguar es sólo una pequeña parte del diseño total. Sin embargo, emocionalmente, a veces se vuelve aterrador: ¿ven todo el cuadro los Cinco que están en la cumbre? No lo sé, y no veo cómo pueden predecir a un hombre como Drake, o adivinar qué está planeando. Aquí hay una paradoja, lo sé:



Me uní a la Orden buscando poder, y ahora soy una herramienta, un objeto, más que nunca anteriormente. Si un hombre como Drake alguna vez pensó en esto, podría destruir todo el andamiaje.



A menos que los Cinco realmente tengan los poderes que afirman tener; pero no soy tan crédula como para tragarme ese bulo. Es un poco de hipnotismo y algo de vieja y llana prestidigitación, pero nada de eso es verdaderamente sobrenatural. Nadie ha vuelto a venderme un cuento de hadas desde que mi tío me penetró cuando yo tenía doce años, con su cháchara de que eso iba a parar la sangre. Si mis padres me hubieran dicho la verdad sobre la menstruación con antelación…



Suficiente de eso. Hay trabajo qué hacer. Toco un timbre en mi escritorio y mi secretario, el Sr. Mortimer, entra en el cuarto. Como supuse, eran pasadas las nueve y él había estado ahí afuera en el área de recepción arreglándose y preocupándose por mi mal humor durante Dios sabe cuanto tiempo, mientras yo soñaba despierta. Estudié mi libreta de reportes mientras él esperaba aprensivo. Finalmente, lo miré y dije “Siéntate”. Se hundió en la silla de dictado, poniendo su cabeza justo debajo de la punta del relámpago de la pared - un efecto que siempre disfruté - y abrió su libreta.



“Llama a Zev Hirsch en New York” dije, mirando su lápiz volar para no rezagarse con mis palabras. “El Frente de Liberación de los Fetichistas del Pié está haciendo una manifestación. Dile que los hagan pedazos. No estaré satisfecha hasta que una docena de esos pervertidos terminen en el hospital y no me importa cuanta de nuestra gente sea arrestada por hacerlo. El fondo para fianzas está disponible, si es que lo necesitan. Si Zev tiene alguna objeción, yo hablaré con él, de lo contrario encárgate tú. Luego, prepara la declaración de prensa estándar número dos, donde niego cualquier conocimiento de actividades ilegales por parte de esa facción y prometo que investigaré y expulsaré a cualquiera que sea culpable de linchamiento - ten preparado eso para publicarlo esta tarde. Luego consígueme las últimas cifras de ventas de Telémaco Estornudó…” Otro día ajetreado en el cuartel general nacional de los Relámpagos de Dios había comenzado; Y Hagbard Celine, introduciendo en FUCKUP la información de Mavis sobre la conducta sexual y otros comportamientos de George, obtiene el código C-1472-B-2317A, el cual le hace reír inmoderadamente.



“¿Qué es tan gracioso?” preguntó Mavis.



“Desde el oeste llegan los cascos atronadores del gran caballo, Onán” Hagbard rió “¡El llanero solitario cabalga otra vez!”



“¿Qué carajo significa todo eso?”



“Tenemos sesenta y cuatro mil tipos de personalidades posibles” explicó Hagbard “y sólo he visto una vez ésta lectura anteriormente. Adivina de quién era”



“No fue la mía” dijo Mavis rápidamente, comenzando a sonrojarse.



“No, no fue la tuya” Hagbard rió nuevamente “Fue la de Atlanta Hope”



Mavis se sobresaltó “Eso es imposible. Ella es frígida, por ejemplo”



“Hay muchos tipos de frigidez” dijo Hagbard. “Concuerda, créeme. Ella se unió a la Liberación Femenina a la misma edad que George se unió a Weathermen, y ambos se abrieron a los pocos meses. Y te sorprenderías de lo similares que fueron sus madres, o cuanto los irritó el éxito de sus hermanos mayores en sus respectivas carreras”.



“Pero George es un buen tipo, en el fondo”



Hagbard Celine arrojó ceniza de su largo cigarro italiano. “Todo el mundo es buena gente, en el fondo” dijo “En lo que nos convertimos cuando el mundo nos estropea, es otra cosa”



En Chateau Thierry, en 1918, Robert Putney Drake miró los cuerpos muertos alrededor, supo que él era el último hombre vivo del pelotón y escuchó que los alemanes comenzaban a avanzar. Sintió una humedad fría en los muslos antes de darse cuenta de que estaba orinándose en los pantalones; un proyectil explotó cerca de él y sollozó “O Dios, por favor, Jesús. No dejes que me maten. Tengo miedo de morir. Por favor, Jesús, Jesús, Jesús…”



Mary Lou y Simon están tomando el desayuno en la cama, todavía desnudos como Adán y Eva. Mary Lou untó mermelada en una tostada y preguntó “No, en serio ¿Qué parte fue una alucinación y que parte fue real?”



Simon le dio un sorbo a su café “Todo en la vida es una alucinación” dijo, simplemente. “En la muerte, también” añadió “El universo nos toma el pelo. Tendiéndonos una línea”.















[1] En español en el original (n. del trad.)
[2] Otra broma de los autores. El nombre original en inglés de la Orden es Knights of Christianity United in Faith, cuyas iniciales forman la sigla KCUF, lo cual es FUCK al revés.


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